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AUTO DEL MES |
JUNIO 2005 |
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"Esta cupé pertenece a Sebastián Boggio, quien en el año dos mil, tras una mala experiencia con su primer auto, salió con el diario en la mano a buscar lo que luego se transformaría en parte de su vida....
Transcurría el año dos mil y Sebastián, fierrero por herencia y corazón, y tras haber juntado moneda tras moneda desde los 15 años, salió a la calle a buscar su primer auto. Al poco andar le cayó el dato de un Audi A100. Al verlo le gusto y como la plata le alcanzaba cerró trato de palabra.
Una vez pagado se lo llevo derecho a su mecánico para que diera la aprobación. El auto era un caño tenia toda la comodidad de un BMW. Pero en cuanto el mecánico lo entro a revisar, la sentencia fue determinante “desasete ya de él, el motor es un desastre y hay que hacerlo de vuelta”.
Gracias a Dios, aún no había hecho los papeles y pudo deshacer la operación. Imaginen la frustración de que el primer auto que uno tiene no le dure mas de tres días. La depresión fue muy grande.
Justo en ese momento fue cuando entro en escena Carlos, su viejo, que es el culpable de contagiar a Sebastián con esta locura desde chico. Hasta el momento Carlos nunca había fijado su atención en el Taunus. Para él, el único Ford que existía era el Falcon Sprint '74 rojo con franjas blancas que había tenido a los 24 años.
Fue tal vez por casualidad, o tal vez por esas cosas del destino, que Carlos llegó a un lugar donde bajo una capa de 5 cms de polvo descansaba desde hacia ya diecisiete años una cupé para la cual el tiempo parecía haberse detenido...
Lo cierto era que la cupé había estado escondida desde el año 1983 cuando el dueño original murió y esta quedó guardada en una estrecha cochera donde permaneció hasta el año 2000. Esa cochera se transformó para el vehículo en una especie de túnel del tiempo donde los relojes se detuvieron y los años no avanzaron.
Cuando padre e hijo fueron juntos a verla no existió otro auto mas en el mundo que esta cupé para Sebastián. El mal trago del Audi había quedado atrás y ambos supieron que la búsqueda había terminado, buscando simplemente un auto habían encontrado un tesoro de verdad.
Pero como en toda historia, los problemas no tardaron en llegar. Al principio no llegaban con la plata, pero como un ángel salvador apareció la mano de “la jefa”, como cariñosamente llama Sebastián a su abuela, y puso los morlacos que faltaban. Un problema menos. Pero la historia no termina acá, cuando Carlos y Sebastián cayeron con la plata en la mano se encontraron con la sorpresa de que la cupé había sido llevada a un agencia. Aún no se como ganaron la batalla por sacarla de ahí , pero la cosa es que el lunes siguiente estaban todos en el registro para ponerle el broche de oro a esta historia.
Cuando Sebastián adquirió la cupe esta se encontraba parada sobre sus cuatro cubiertas originales (Maxiradiales) y con los nylon de los tapizados aún en su lugar. La cubierta de auxilio hasta el día de la fecha no ha girado nunca. Y el cuenta kilómetros señalaba 49.000 Kms. reales desde su salida de fábrica. Todavía se puede sentir ese olorcito a nuevo que tenia cuando abandono la planta.
Solo fue necesario un poco de franela para que se descubriera que esta joya se encontraba en perfecto estado de originalidad y preservación; con la pintura de fábrica que, según los que habían tenido la tarea de cuidarla hasta ese momento, nunca había sido expuesta al sol o a la lluvia.
Actualmente, si bien su nuevo dueño la utiliza seguido, aún la conserva en estado de originalidad. Trata de no sacarla con lluvia, ni dejarla al sol. Sábado por medio se pasa todo el día encerándola en lo que considera, su día de terapia, de relajación.
Encontrar esta cupé, para Sebastián, fue una de las mejores cosas que le podían haber pasado en la vida, ella significó la puerta a un nuevo mundo en el que la locura era lo mas normal, le permitió conocer personas fantásticas que compartían la misma pasión y hacer muchos amigos.
Si en algún momento visitan Mendoza seguro que se van a encontrar a estos dos paseando por el parque Gral. San Martín. Pero ojo! antes miren el cielo, por que si esta nublado casi seguro que no salen.
En fin, la relación que fluye entre estos dos puede traducirse en las palabras de Sebastián, cundo dice: “el vehículo no esta al servicio del dueño, como algunos sostienen, tampoco el dueño debe estar al servicio del auto. Yo creo que auto y dueño son una misma cosa.”
Quiero provechar, para agradecer: primero que nada a mi viejo, que me transmitió esta pasión. A la jefa. A toda mi familia, que siempre esta a mi lado, y finalmente a todos los locos que andan sueltos por la Argentina, y especialmente por Mendoza.
Buenos Aires - Argentina l Club Taunus Argentina
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